Consumada la ventaja de O'Higgins, la tensión se apoderó de Mario
Salas, con el correr de los minutos. Instalado en la orilla del banco, el
entrenador de Colo Colo apuntaló a sus jugadores con arengas cortitas y
enérgicas, pero tras el festín de errores y al ver que el juego del equipo no
cuajaba, comenzó a desesperarse. Uno de los que pagaron el pato fueron
los propios pasapelotas, que se llevaron un feroz reto del técnico porque
según él se demoraba demasiado en volver a poner la pelota en juego.
"Tenemos que ser 'hombrecitos' de asumir que estamos jugando mal.
Sentimos que trabajamos bien en la semana, pero a la hora del partido
algo pasa. Por ahí hay un tirón de oreja para el cuerpo técnico y los juga-
dores", dijo el entrenador luego del partido, instancia donde también
recibió el apoyo del vicepresidente de Blanco y Negro, Harold Mayne-
Nicholls. "No es tema de discusión su continuidad", dijo el dirigente.
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